La organización Friends of the Herat Europe, que forma parte de una red internacional de organizaciones ecologistas, editó hace unos años una publicación con el título “¿Consumimos demasiado? Cómo utilizamos los recursos naturales del planeta”, en la que nos presentan unos datos reveladores sobre la realidad de la cantidad de recursos que se utilizaban ya en dicha fecha y las diferencias inmensas existentes en el consumo per cápita, dependiendo de la zona del mundo donde vivamos.

En este documento se refleja que “el consumo global de recursos iguala a la extracción global de los mismos y que la economía mundial, usa alrededor de 60 mil millones de toneladas de recursos cada año para producir los bienes y servicios que todos consumimos”, unos datos claramente insostenibles que demuestran que este modelo de producción y consumo, nos conduce a la destrucción del planeta, como vienen afirmando los más prestigiosos científicos y organizaciones científicas del mundo.

En Europa, Estados Unidos y Australia, se consumen más recursos de los que se extraen en sus territorios, mientras que en América Latina, África y Asia, se consume bastante menos recursos de los que se extraen de sus distintos países. Por ejemplo, los europeos consumimos tres veces más recursos que los habitantes de Asia y cuatro veces más que los de África, e incluso hay países ricos, cuyos habitantes consumen 10 veces más que los de los países empobrecidos y mal llamados en vías de desarrollo, según se desprende del estudio indicado.

De estos datos se extrae claramente una primera conclusión: la riqueza del planeta se usa mayoritariamente en los países ricos, que representan un 20% de la población mundial, mientras que en el resto de los países empobrecidos o en desarrollo o emergentes, que representan al 80%, consumen la menor parte.

Asimismo se extrae otra importante conclusión: si estamos consumiendo los mismos recursos que extraemos, aunque lo hacemos de manera desigual e insolidaria, y con ello estamos esquilmando y destruyendo poco a poco el planeta, ¿qué ocurrirá con el aumento de recursos que ya están utilizando, países como China. India, Brasil y otros?, por entender que sus habitantes tienen derecho a tener cuotas de consumo semejantes a las de los países mas desarrollado de Europa o de Estados Unidos.

Creemos que la respuesta es clara y deberíamos coincidir en ella. No hay recursos suficientes en el planeta para que toda la población mundial, consuma al ritmo que ya lo estamos haciendo en España y en esa parte privilegiada del mundo en la que estamos utilizando la mayoría de los recursos de nuestro planeta.

Ante esta realidad que hacer. ¿Disminuimos y racionalizamos el consumo en la zona privilegiada del mundo, para que los recursos puedan ser repartidos más equitativamente, o seguimos condenando a la pobreza, a los habitantes de América Latina, África y Asia?.

Cada cual tendrá una respuesta y habrá que esperar que cada vez más ciudadanos y ciudadanas, admitamos que consumimos en exceso y que nuestro planeta no puede aguantar este ritmo de utilización de sus recursos, y por ello, apostemos por un nuevo modelo de sociedad regida por otros valores éticos y sostenibles y al menos admitamos que el consumismo es negativo y destructivo a medio y largo plazo.

Sin embargo, siempre que pensamos en evitar o limitar los daños al medio ambiente generados por la producción, distribución y consumo de bienes adicionales, estamos de acuerdo en que habría que introducir técnicas y productos menos perjudiciales, pero no pensamos en reducir la producción y el consumo de los propios medios materiales, pero a ello hay que sumarle la disminución del consumo.

En este sentido, la promoción del consumismo a través de la publicidad, la televisión comercial, las redes sociales y los grandes centros comerciales, debe ser desafiada por los propios consumidores. Una prioridad importante para lograr que el consumo sea solamente una satisfacción de necesidades, debe ser el librarnos de las cadenas personales que impone el hábito de consumo exacerbado. Cadenas de tipo psicológico que nos hacen sentirnos infelices si no logramos imitar los patrones de felicidad que la publicidad nos muestra.

Los consumidores estamos manipulados y nos afanamos por consumir más. Sufrimos una dependencia casi paranoica de todo tipo de bienes, que sirven de estímulo externo para compensar nuestro déficit interno, y además buscamos en ellos un símbolo de posición social. Las clases dominantes siempre encarnan una imagen de excelencia en la realización de posibilidades humanas: poder, seguridad, riquezas, comodidades, refinamiento y cultura. Las demás personas, al querer imitarlas, pierden la capacidad autónoma de definir aquello que es digno de ser poseído; la formación de sus gustos y preferencias queda subordinada a los valores de unos pocos privilegiados. Este análisis constituye el elemento clave donde se enraíza la ideología del consumismo, sin bien con otros aspectos mediáticos y publicitarios.

El consumismo representa explotación y engaño

Ante esta realidad, hay que optar por un consumo racional y sostenible en una sociedad justa y sostenible, y el logro de esos dos objetivos deben ir juntos, pues hay que decir no a este nuevo sistema de explotación de la humanidad, que representa el consumismo actual y hay que defender frente a esa explotación, un consumo sostenible. Pero dicho consumo racional supone mucho más que cambiar un producto perjudicial para el medio ambiente o para los humanos por otro más respetuoso, o seleccionar los residuos urbanos en nuestro hogares, implica ante todo, cuestionar nuestro sistema de sociedad, conlleva examinar nuestro papel ante las desigualdades de la economía mundial y significa retar a los gobernantes para que realicen políticas que favorezcan un cambio en el actual sistema de producción y consumo.

Podemos afirmar por tanto, que el consumismo afecta de manera negativa a todos los ciudadanos del mundo, independientemente del lugar donde habiten, a unos, los que habitamos en las llamadas sociedades desarrolladas, nos afecta a través de una doble explotación, la que sufrimos como trabajadores y la que sufrimos como consumidores, provocando conductas generalizadas de consumo irracional y casi compulsivo con el señuelo de que cuanto más tengamos y mas consumamos, seremos más felices y nos acercaremos mas a los patrones y conceptos de vida que nos imponen los poderosos que gobiernan la tierra y por otro lado, la que sufren una buena parte de los ciudadanos de los países empobrecidos que como consecuencia del consumismo y de la sobreexplotación de los recursos del planeta, ellos no podrán salir de la pobreza y del subdesarrollo para así poder mantener el consumismo y despilfarro de recursos existentes en el mundo rico.

Quiero terminar con una afirmación sobre el futuro de la sociedad de consumo y como consecuencia de ello del consumismo: la sociedad de consumo es una etapa de la historia que desaparecerá. Lo que no se puede prever es si será por un cambio de mentalidad inspirado en la necesidad de supervivencia o por una Apocalipsis de la sociedad capitalista industrializada que lo sustenta, como consecuencia del agotamiento de los recursos y la destrucción del medio  ambiente.

 

Paco Sánchez Legrán

Presidente de la Fundación FACUA

 

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