Desde julio del presente año, los supermercados franceses deberán indicar los productos que han sido reducidos de tamaño y han mantenido el precio anterior.

La medida establecerá el precio que tenía antes y el que deberá presentar en lo adelante en un cartel que tendrá una duración de dos meses.

El gobierno francés había anunciado a mediados del pasado año que tomaría una decisión para enfrentar la reduflación que sufrieron los productos de consumo alimenticios y no alimenticios, unos 26 artículos de los más consumidos.

A la medida se sumaron las cadenas de supermercados Carrefour e Intermarché, para defender a sus consumidores, quienes originalmente habían reclamado a los supermercados por la reducción del tamaño y el contenido de las ofertas mientras mantenían el mismo precio.

Según la prensa francesa, la legislación obligará a reflejar la cantidad y precio anterior y el precio real que tendrá en lo adelante, ya sea en kilogramos o litro.

La reduflación es una práctica engañosa, casi imperceptible para los consumidores, que se hizo muy visible después de la pandemia y el proceso inflacionario que le siguió junto a los conflictos entre Rusia y Ucrania.

Los fabricantes alegaron que lo habían hecho para que sus productos llegaran a los consumidores, pero lo hicieron sin avisar previamente y redujeron las cantidades manteniendo el mismo precio.

En Estados Unidos, los expertos alegan que la reduflación añadió 3,6 puntos porcentuales a la inflación de productos como las toallas de cocina, golosinas, helados, entre otros, que han indignado al propio presidente Biden, quien anunció que estudia la posibilidad de incrementar las facultades de la Federal Trade
Comisión, para que investigue e intervenga en el asunto.

El senador demócrata por Pensilvania, Bob Casey, publicó un informe sobre la reduflación y calculó que una décima parte de los aumentos de precio se debió a que las empresas colocaban menos cantidad y las personas debían comprar más.

Es claro que la reduflación es una inflación encubierta porque obliga al consumidor a comprar más de una unidad del producto por su poca duración.

En Francia, los padres descubrieron que las fórmulas y otros alimentos para niños no duraban el tiempo de costumbre y en Estados Unidos el papel de baño, las toallas de cocina, los detergentes, los helados, las galletas y otras comidas traían  menos cantidad y hoy es un tema de campaña política.

En un amplio reportaje publicado en The New York Times, relacionado con la reduflación, se habla de otros vicios más difíciles de identificar, como la «Skimpflation», que es cuando las empresas no solo disminuyen el tamaño sino también la calidad y disponibilidad de sus servicios, utilizando materiales más baratos, entre otros aspectos difíciles de medir y distinguir, lo que aparece como una fuerza oculta que representa un costo adicional para los consumidores.

Cuando las empresas velan por sus ganancias y no por sus consumidores, existe el temor entre los expertos en precios de Estados Unidos, de que una reduflación persistente ahuyente a los compradores.

El 22 de septiembre del pasado año escribimos sobre la reduflación como un engaño casi perfecto. Ya es un tema de estudio de las principales universidades, cuyos académicos advierten a las empresas sobre el interés de los consumidores
en el tema y el daño que la mala práctica puede hacer a sus marcas.

 

Altagracia Paulino

Abogada y periodista de República Dominicana.

Presidenta del Observatorio Nacional para la Protección del Consumidor (ONPECO). Exdirectora de FUNDECON y del Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (PRO CONDUMIDOR).

 

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