La violencia ilimitada de nuestra sociedad no deriva del patriarcado (que afortunadamente ya no existe, siendo una función expresiva del viejo capitalismo burgués): más bien deriva de la ausencia del padre como símbolo de la ley y, por tanto, del triunfo de la desregulación integral y la demolición de todos los tabúes.

La culpa sería del patriarcado si estuviéramos en los años treinta o cuarenta. Pero teniendo en cuenta que estamos en el 2024, la culpa no puede ponerse en el patriarcado, que ya no existe. Desde los años 60, el capitalismo ha abandonado la forma patriarcal represiva para pasar a una nueva figura no menos represiva, la del capitalismo de consumo liberal-progresista. Este último no se basa en la fuerza represiva del hombre y del padre sino, por el contrario, en el debilitamiento de todo vínculo y en la aniquilación de la figura del padre como símbolo de la ley. El capitalismo liberal-progresista de consumo libre y de costumbres libres es por su esencia anómica y huérfana, habitado sólo por hijos< eternos en busca del disfrute desregulado y tal que conciba la libertad en la forma pubertal como el derribo de toda ley y de cada tabú. En todo caso, las raíces de los crímenes que tanto se discuten estos días deben buscarse en esto, y seguramente no en el patriarcado.

En el presente artículo, exploraremos y clarificaremos algunos conceptos relacionados con la filosofía queer creadora de la filosofía de la identidad de género, destacando su relevancia en la sociedad contemporánea y los debates en torno a la igualdad de derechos, la sexualidad, la familia tradicional y su influencia en el consumo.

La perspectiva planteada por Judith Butler en la filosofía queer cuestiona la idea tradicional de que el sexo es un dato biológico preexistente, separado del plano simbólico y del discurso. Butler sostiene que el sexo, más que una realidad objetiva, es una construcción social y cultural, es decir que nacemos como la mayoría de las representaciones de los ángeles en las iglesias católicas sin sexo y con alas.

Sin embargo la ciencia de la biología establece que el sexo viene determinado por los cromosomas XX o XY en el feto antes de nacer, y el médico certifica el sexo al momento del parto según los órganos reproductivos. En este enfoque, el sexo es una realidad biológica con implicaciones reproductivas.

La identidad de género confunde intencionalmente género, sexo y orientación sexual, pretendiendo de esta forma ampliar la diversidad de identidades y relaciones humanas.

Es fundamental entender que el sexo es un aspecto puramente biológico, mientras que el género se refiere a la dimensión cultural y social que se construye en torno al sexo. Los sexos son dos: masculino y femenino, mientras que las orientaciones sexuales pueden ser diversas y todas son legítimas, siempre y cuando ocurran entre personas maduras y conscientes, ya que la homosexualidad o el lesbianismo también son fenómenos naturales en la diversidad humana.

La heterosexualidad ha sido considerada la orientación sexual dominante, relacionada directamente con la supervivencia de la raza humana, a menos que se mercantilice el cuerpo de la mujer mediante la “gestación subrogada” o “alquiler de vientre” en la actualidad o en un futuro próximo en la construcción de fabricas de incubadoras para la gestación artificial de nuevos seres humanos bajo petición de la persona consumidora que pagara el coste de la producción de la nueva mercancía, un niño o una niña con determinadas características como quien compra un vehículo. Lo que significa la mercantilización total del ser humano.

La identidad de genero se justifica en la identificación de estereotipos del genero, por ejemplo si se ve jugar a futbol a una niña según dicha filosofía se trata de una identidad masculina, si se ve jugar a un niño con cocinas o muñecas se trata de niña, ambos nacieron en cuerpos equivocados. Sin embargo el concepto de género ha evolucionado a lo largo de la historia, y las tareas y roles asignados a cada género han variado cultural y socialmente. En el pasado, ciertas tareas se consideraban propias de un género, pero con el tiempo, estas percepciones han cambiado, y ciertas actividades son consideradas propias de ambos géneros, siguiendo el ejemplo anterior jugar a futbol o con muñecas es una practica actual de ambos géneros.

La filosofía queer considera la identidad de género como una percepción y comprensión que cada persona tiene de sí misma en relación con el género al que se identifica, y puede evolucionar con el tiempo y las experiencias, ignora la percepción de los demás individuos que conforman la sociedad. Pretende anular la diferencia ontológica entre hombres y mujeres. Defiende la sexualidad individual, neutra y unisex, hipersexualizada pero sin identidad.

Sin embargo, la implantación de políticas basadas en la ideología de género ha generado debates sobre los derechos humanos. Al conceder derechos específicos a un grupo, se puede limitar los derechos de otros. La ley Trans puede llevar a situaciones en las que las opiniones y percepciones de la mayoría no se consideren válidas, pudiendo incluso acusarse de delitos de odio, por lo que en realidad no son nuevos derechos humanos sino de privilegios de un determinado grupo, en este caso de los trans.

Dicha filosofía cuestiona a la familia tradicional, argumentando que la figura del padre como emblema de la ley y la autoridad ha sido deslegitimada en nombre de la igualdad de género y la emancipación de la mujer. Se pretende neutralizar los valores considerados masculinos.

Lo que significa una pérdida de valores y de referentes éticos, de ahí que se pretenda eliminar la patria potestad de los padres sobre los hijos reduciendo cada vez más la edad en la toma de decisiones que afectan a la vida de los hijos, promocionando el consumismo amoroso y la pedofilia, “si es solo si”, si el niño o la niña dice si ¿por que no?, porque lo dicen sus padres, hipersexualizando la sociedad y erosionando la familia y la solidaridad comunitaria en favor del individualismo.<p<< p=»»> </p<<>

La deslegitimación de la familia y el ataque a la ética del amor son impulsados por el capitalismo líquido-financiero. La desregulación erótico-sentimental es una duplicación simbólica de los mercados desregulados. El capital flexible no acepta la existencia de comunidades solidarias ni la institución ética familiar, busca la autodeterminación individual según el deseo consumista incondicional.

El turbocapital cosmopolita aspira a eliminar cualquier forma de comunidad solidaria que no esté relacionada con el consumo. Los derechos civiles del consumidor individualizado permiten desmantelar los vínculos comunitarios y los derechos sociales del trabajo y la vida material.

El consumidor autocrático y autista es objeto de manipulación total, se deslegitima la figura del padre para crear una sociedad sin padres y sin leyes que regulen el deseo narcisista y consumista. El nuevo orden amoroso y social se basa en el consumo, las relaciones efímeras y la ausencia de vínculos sólidos. El amor gratuito y la entrega completa al otro son aniquilados por la lógica del consumo y las relaciones efímeras.

El capitalismo absoluto busca disolver la estabilidad familiar como base de la ética. Se tiende a ampliar el concepto de familia hasta que se vuelve indefinible y sin sentido. El nuevo orden simbólico condena modelos no alineados con el modelo liberal y los tacha de fascistas o machistas.

El consumo disuelve los vínculos y la identidad en aras de la competitividad erótica. El amor líquido y la precariedad emocional dominan en la sociedad actual.

El nuevo orden amoroso busca la mercantilización integral de la vida y reduce el amor al consumo erótico.

Doménec Bernard Agusti Presidente de FACUA C.VALENCIANA Psicólogo  

Bibliografía utilizada por el autor:

Diego FUSARO. El nuevo orden erótico” Elogio del amor y a familia. Editorial EL VIEJO TOPO 2022.

José Errasti y Marino Pérez Álvarez. “Nadie nace en un cuerpo equivocado” Éxito y miseria de la identidad de género. Editorial DEUSTO. 2022.

Silvia Carrasco Pons (coord.), Ana Hidalgo Urtiaga, Araceli Muñoz de Lacalle y Marina Pebernat Vila. “La coeducación secuestrada” Critica feminista a la penetración de las ideas transgeneristas en la educción. Editorial Octaedro 2022.

Judith Butler. “El género en disputa” El feminismo y la subversión de la identidad. Editorial Paidos 2023.

**El Capitalismo Global y la Transformación del Amor en Consumismo: Una Reflexión Crítica**

El capitalismo global, como ideología predominante, busca homogeneizar a todas las personas bajo la abstracción de la mercancía, desdibujando sus nombres individuales en favor de un enfoque en el consumidor universal. Este consumidor es presentado como una unidad serial homogénea a nivel mundial, aportando su fuerza laboral y entregándose compulsivamente al consumo de productos disponibles.

En este contexto, el amor, concebido como la unión de nombres individuales en busca de la eternidad, se ve amenazado por un consumismo sexual impersonal y unisex. Los consumidores, despojados de su identidad, buscan la gratificación instantánea en bienes efímeros. Mientras las mercancías pueden ser infinitamente reemplazadas, el ser amado es único y no puede ser sustituido libremente.

El consumismo amoroso, dominante en el reino de las mercancías, actúa como una fuerza desestructurante. Este proceso de destrucción nihilista creadora impulsa la disolución del objeto-mercancía en el mismo acto de consumo. Su objetivo es desmantelar compromisos serios y duraderos mediante estrategias publicitarias y la constante generación de deseos.

El capital financiero líquido, motor del capitalismo contemporáneo, busca desalentar las relaciones amorosas estables, especialmente aquellas basadas en sólidos lazos familiares. La publicidad celebra el aislamiento emocional y la soledad como herramientas para experimentar aventuras efímeras, contraponiéndolas a la monotonía de la vida matrimonial centrada en la fidelidad.

Este sistema económico aparenta satisfacer a los consumidores, pero en realidad trabaja incansablemente para que nunca estén completamente satisfechos. El «precariado sentimental» y el consumidor erótico son productos de las condiciones económicas precarias, como el desempleo y la carga de deudas, limitando su capacidad para establecer relaciones éticas y familiares estables.

El «precariado sentimental» surge como una consecuencia de la acumulación flexible del capitalismo financiero líquido, representando individuos desarraigados en el ámbito sentimental. Estos consumen relaciones cada vez más reducidas a experiencias efímeras, con una perspectiva a corto plazo en el aspecto sexual, que gana terreno en la vida familiar centrada en la elección matrimonial.

Bajo el capitalismo global, el individuo se presenta como un «ciudadano del mundo», sin ciudadanía particular, sin hogar fijo, sin raíces y libre de lazos familiares abrumadores. Esta representación promueve la adopción de cualquier identidad impuesta por el sistema de consumo, despojando al individuo de una identidad cultural propia.

El capitalismo utiliza las desafiantes condiciones de las clases desfavorecidas como oportunidades emancipadoras, postulando un neoliberalismo que elimina el papel del Estado y abraza el libertinaje posfamiliar. La narrativa que glorifica el nuevo orden amoroso se entrelaza con la ideología de género impuesta por el capitalismo, presentando al individuo como un consumidor sin género definido, centrado en su propio beneficio económico y erótico.

En su afán de expansión, el capitalismo busca derribar cualquier obstáculo, desde la conciencia proletaria hasta la ética y la cultura burguesa. Busca reemplazar las formas tradicionales de subjetividad de clase con una masa amorfa de consumidores individualizados, sin raíces comunitarias, conciencia de clase o género, identidad y memoria histórica.

Este capitalismo crea un orden mundial despolitizado y sin soberanía, un sistema de necesidades líquido y precarizador, sin ética ni fronteras, excepto aquellas impuestas por la clase dominante para garantizar su propia estabilidad. Utiliza la flexibilidad como herramienta para flexibilizar la vida y el trabajo, complementando perfectamente el nuevo orden amoroso posfamiliar.

En última instancia, el capitalismo global ha llevado a la transformación de la erótica familiar burguesa hacia una erótica posburguesa y posfamiliar, donde la sexualidad se redefine como consumista, destinada al placer individual neoliberal y como una forma de duplicar el beneficio económico. La crítica a este fenómeno invita a reflexionar sobre la necesidad de preservar la autenticidad en las relaciones humanas en un mundo cada vez

más dominado por la lógica del consumo.

 

Recurso de imagen: www.freepik.es