La defensa de los derechos de los consumidores está configurándose de manera progresiva en un buen número de países como uno de los elementos fundamentales en la defensa de la calidad de vida de los ciudadanos. Su desarrollo y consolidación organizativa debería alcanzar cotas cada vez más altas, habida cuenta de los hábitos de consumo que afectan a la gran mayoría de la sociedad en los países desarrollados o los que están en vías de desarrollo.

Al contrario que el movimiento sindical, que se abrió paso a través de heroicas luchas de millones de trabajadores en los siglos XIX y XX, contra la explotación capitalista y empresarial, el movimiento de consumidores se desarrolla como una consecuencia directa de las conquistas de los trabajadores en materia de alimentación, vivienda, servicios esenciales como el de la sanidad, la energía, la educación o el transporte.

El objetivo permanente del sindicalismo de clase es el mantener las conquistas de los trabajadores en materia laboral, económica y social, conquistas que en muchos casos benefician a la mayoría de la sociedad, como son el derecho a la Sanidad y la Enseñanza Pública, a jornadas laborales dignas, a vacaciones pagadas, etc.

El objetivo de la acción consumerista es el de que se respete la legalidad establecida en materia de servicios a la sociedad, e incluso el que éstos sean mejorados. También las que rigen la elaboración de Alimentos, Sanidad, medios de Transportes o Comunicaciones que se proporciona a través de entidades empresariales privadas y Servicios Públicos municipales o estatales.

De ahí que lleguemos a la siguiente conclusión: mientras la función principal del activismo sindical abarca fundamentalmente al sector de la sociedad formado por los asalariados, las organizaciones de consumidores deben generar una acción más socialmente plural, abarcando por lo menos teóricamente, a toda la sociedad, pues toda la ciudadanía es consumidora de productos y servicios decisivos para el mantenimiento de la vida humana. Por ello, en la práctica debería darse un mayor grado de confluencia organizativa entre ambas actividades.

A lo que habría que añadir la confluencia de objetivos en la lucha contra la contaminación atmosférica y el calentamiento global del planeta, que cada vez más es una cuestión de supervivencia del conjunto de la humanidad.

En los comienzos de la historia del sindicalismo y en su posterior desarrollo, se llevaron a veces acciones de lucha que tenían como argumentación necesidades consumeristas, tales como el derecho a la vivienda, a la alimentación, a la salud, y a la reducción de las agotadoras jornadas laborales.

Ejemplos históricos, no demasiado lejanos, de la interconexión entre la acción sindical y la consumerista, existen. Hace 40 años, en el mes de mayo de 1981, varios miles de personas de procedencia laboral, residentes en la región de Madrid y la de Castilla la Mancha, fueron víctimas del fraude y adulteración realizado por empresarios criminales, de elaboración de aceite de colza mezclado con aceite industrial que vendieron como apto para el consumo humano. Desde entonces hasta la actualidad han muerto cerca de 4.000 personas y han quedado en situación de deformaciones físicas, miles de personas. En aquellas fechas el movimiento de consumidores era prácticamente inexistente en España. En este caso, desde Comisiones Obreras se desarrollaron una serie de acciones movilizadoras a favor de los afectados, muchos de ellos afiliados al Sindicato.

En el año 1969, en plena Dictadura Franquista, en la población vasca de Erandio, empresas del sector de la Química establecidas en las cercanías de esta localidad, fueron expulsando progresivamente gases venenosos a la atmósfera, provocando numerosas enfermedades respiratorias entre muchos habitantes de la misma, lo que dio lugar una gran movilización ciudadana en las calles y donde Comisiones Obreras, entonces ilegales, jugó un papel importante en esa lucha, al ser su población mayoritariamente trabajadora. Dos trabajadores murieron asesinados por los disparos efectuados por las fuerzas policiales.

Volviendo a la situación actual, se echa en falta la existencia de contactos estables y alianzas coyunturales mínimas entre la acción sindical y la consumerista, por lo menos ante situaciones que perjudican la forma de vida de los trabajadores y la de los ciudadanos consumidores.

Estas experiencias, por lo menos de unidad de acción, se hacen más necesarias en países, que como en el caso de los iberoamericanos, sus organizaciones sindicales por lo general y con pocas excepciones, no tienen el protagonismo y la fuerza organizativa que se registran en muchos países europeos.

El movimiento consumerista, más reciente en su actividad, necesitaría mucho más la presencia de las organizaciones sindicales y el apoyo de éstas en busca de objetivos comunes que les daría un mayor protagonismo a ambos movimientos reivindicativos de cara a los trabajadores y a la ciudadanía en general, para aumentar el grado de justicia social. En esta unidad de acción no habría que desdeñar la alianza con los movimientos ecológicos, pues en muchos casos los objetivos coinciden en la mejora de la calidad de vida para la mayoría de la población.

Argumentos y experiencias existen. Por ejemplo en España, el activismo de la organización de consumidores FACUA, con sus reivindicaciones y denuncias judiciales, coincide en bastantes casos con la acción sindical frente a la rapacidad de cierto tipo de empresas o grandes unidades de negocios contra usuarios y consumidores, como es el caso de la Banca, los Seguros, las compañías de suministro energético, las telecomunicaciones, la aviación civil, el transporte de carretera o el de ferrocarril, la sanidad pública o privada, los fabricantes de alimentos, las grandes superficies comerciales o la propia Administración Pública del Estado, en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos.

Hay un ejemplo palpable, en los numerosos casos de reducciones de plantillas de trabajadores que se están dando en muchos lugares, con el argumento de los avances tecnológicos. En el caso de la Banca, la reducción de oficinas y personal laboral, perjudica a sus trabajadores, pero también a los clientes de estos bancos, sobre todo a los de mayor edad y menos poder adquisitivo ya que les priva de un medio humanizado de relación personal en la oficina para resolver sus asuntos económicos.

Se hace necesario resaltar la importancia del acuerdo realizado entre la Organización de Consumidores FACUA y la Confederación Sindical de Comisiones Obreras de España, primera central sindical en número de afiliados y en número de delegados sindicales electos en los centros de trabajo, el 19 de Abril de 2012 para hacer posible la mayor coincidencia reivindicativa entre ambas organizaciones, coincidencia que se ha materializado en un buen número de conflictos que afectaban a consumidores y trabajadores.

Como anécdota interesante creo conveniente destacar que la fundación de FACUA en los años 80 del pasado siglo fue llevada a cabo en la ciudad de Sevilla, por Francisco Sánchez Legrán y varios trabajadores que militaron clandestinamente en la década de los 60 en el entonces ilegal movimiento sindical organizado de Comisiones Obreras y que también contribuyeron al auge y consolidación del movimiento de las Asociaciones de Vecinos.

No hay recetas para lograr esta necesaria unidad de acción entre ambos frentes reivindicativos. Habría que comenzar a tener contactos coyunturales ante problemas que afecten a los ciudadanos y a los trabajadores. Bastaría con elegir a personas representativas de ambas organizaciones, difundir un comunicado para popularizar la defensa de los objetivos que se planteen en cualquier momento. Llamar conjuntamente a la acción de protesta ante cualquier problema ciudadano. Y mantener esta unidad de acción hasta convertirla en una institución de contacto permanente.

Las incipientes organizaciones de consumidores están llamadas a contribuir a una elevación permanente de justicia social para todos los ciudadanos. Deben fortalecerse a través de la experiencia del mundo sindical: Democracia interna, participación de los afiliados, contactos humanos cotidianos con los consumidores ante cualquier queja o reivindicación, individual o colectiva. Y algo muy importante para el mantenimiento permanente de sus estructuras, como es la implantación de una cuota regular de periodo mensual o anual, al igual que se realiza en las organizaciones sindicales. Sin ese principal requisito el sindicalismo democrático de clase no se hubiera desarrollado en ningún país del mundo.

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Francisco Acosta Orge. Patrono de la Fundación FACUA. Cofundador del Movimiento Sindical de Comisiones Obreras en el año 1964 en plena Dictadura Franquista. Despedido en la empresa donde trabajaba en junio de 1970 por realizar una huelga de trabajadores. Detenido y encarcelado en varias ocasiones. Formó parte de la Coordinadora Nacional de Comisiones Obreras de España, cuyos diez componentes fueron condenados el 20 de diciembre de 1973 por el Tribunal de Orden Público a más de 162 años de cárcel, de los cuales le correspondieron 12 años y un día.