El presidente de La Unión de Usuarios y Consumidores destaca los desafíos a los que se enfrentan en su país en su lucha por defender los derechos de los usuarios.
Nacida en 1994, La Unión de Usuarios y Consumidores de Argentina se define como una asociación civil, sin fines de lucro, de carácter independiente y sin compromisos sectoriales, comerciales o partidarios, de origen y orientación pluralista y que tiene el único y exclusivo propósito de difundir y defender los derechos que les corresponden a los consumidores y usuarios. Y es este objetivo el que ha llevado a esta asociación a participar en el Programa de Transmisión de Experiencias que la Fundación FACUA desarrolla en Latinoamérica desde 2007. La Unión hace y tiene un gran trabajo por delante en el movimiento consumerista de su país. Así lo ha trasladado su presidente, Claudio Boada, en una visita a FACUA – Consumidores en Acción y su Fundación en su sede central de Sevilla (España) el pasado mes de septiembre.
La Unión es una organización activa. Entre las luchas que mantiene está, por ejemplo, como FACUA en España, la de los derechos de los usuarios en cuanto a la energía. En este tipo de luchas, ¿cuál es el peso de las organizaciones de consumidores en Argentina, tienen suficiente presión en las políticas que se adoptan por parte del Gobierno?
Sí, existen trabajos y no únicamente en búsqueda de incidencia. Y no diría imposición, diría de llevar la opinión de los consumidores no solamente de forma individual, sino que estamos organizadas una treintena de asociaciones en comisiones de usuarios, por ejemplo. Son espacios institucionales donde estamos reunidos. Eso nos da cierto grado de participación, pero que haya participación no implica necesariamente que se resuelva como nosotros solicitamos.
Hay audiencias públicas, hay procesos participativos, hay expresión por parte de los distintos sectores de la sociedad civil, no solamente asociaciones de consumidores, sino clubes de barrio, empresas recuperadas, cooperativas, pymes y demás. Pero es poco tenida en cuenta la voz de los consumidores, o sea, más allá del alto nivel de exposición en la prensa y más allá de la amplia participación, yo diría que a veces sentimos como que la decisión está tomada antes de charlar con nosotros.
Es peliagudo, por eso el alto índice de judicialización de algunos temas, porque en asuntos que consideramos legítimos, temas que consideramos en contra de los intereses de los consumidores y usuarios sí logramos comunicación, algunos avances, pero no conseguimos una elaboración de las políticas públicas con participación y con acuerdo de las asociaciones.
Se trataría entonces de un mero trámite, ¿no?
Claro, hay un caso muy sintomático. En el año 2003 había una audiencia pública sobre un tema ferroviario y duró un día hasta las once o doce de la noche y al siguiente día, a las tres de la mañana, salió el boletín oficial con el decreto del resultado de la audiencia pública publicado. O sea, claramente eso lo habían resuelto antes, firmado antes y mandado al boletín oficial. Hablamos de una época donde no se hacía por internet, se hacía en papel. Lo digo como ejemplo. Yo creo que no hay un verdadero análisis profundo del significado de lo que tiene que ser escuchar la voz, que no solamente es escuchar y dejar participar, sino que en el desarrollo y gestión de algo se tenga en cuenta los criterios que manifiestan los consumidores.
Ahondando un poco más, ¿Cómo es el movimiento de consumidores en Argentina y qué diferencias hay con el consumerismo que existe aquí en España?
Lo que conozco de España es FACUA, o sea, puedo compararlo con eso. El movimiento de consumidores de Argentina es un movimiento debilitado por las restricciones económicas, claramente. La mayoría de las asociaciones han basado su economía en los subsidios estatales. En nuestra asociación, desde hará diez años, tomamos el criterio de que el que solamente vive de subsidios estatales se convierte en un esclavo y se muere.
Algunas, además de los subsidios estatales, buscaron los aportes o fondos internacionales, que igualmente son limitados y condicionan, porque dime qué quieres que te dé y te digo qué es lo que tienes que hacer. Creo que tenemos que buscar la sustentabilidad económica, esto que se habló tanto ahora, lo que es complejo en Argentina porque no hay una vocación a aportar al sostenimiento de tus propias organizaciones, en general, entre la gente. Pero me parece que es un desafío para nosotros este planteo que hacen ustedes.
Nosotros tenemos cierto desarrollo importante porque hemos buscado formas alternativas de sostenimiento económico y en eso pienso que nos diferenciamos del resto de asociaciones. Pero no alcanza con compensar los subsidios estatales. En nuestro presupuesto el subsidio creo que es menos del 10% del total. Nosotros tenemos quince filiales y el subsidio del Estado no nos llega para un alquiler de una sola filial al año. No te hablo de personal, solo del alquiler de una oficina. Y tenemos quince en distintos lugares del país.
¿Y en concienciación de la ciudadanía no existe esa lucha consumerista?
En general, en la gente, no. Existen dirigentes sociales. Creo que, en vez de ser un espacio de masas popular, es un espacio de activistas.
Comparándolo con lo que, visto aquí en España, ¿qué es lo que te parece?
Ustedes tienen un movimiento basado en la afiliación masiva de gente de los cuales muchos de ellos aportan. Para nosotros el número de ustedes nos choquea, son de otro mundo, claramente.
Hay que poner en marcha todo un sistema para conseguir aportes y nosotros en estos momentos nos manejamos con donaciones del propio grupo, usamos la palabra militantes, acá en España se usa solamente para temas militantes políticos o sindicatos, nosotros hablamos de militantes sociales, militantes políticos, militantes religiosos… podríamos en vez de usar la palabra militantes, usar activistas. Nos basamos en el trabajo de activistas voluntarios, todos nosotros tenemos otros trabajos. Eso es otra dificultad también, porque no podemos dedicar las suficientes horas a la organización y por otro lado, no hace sustentable en el tiempo la militancia. Cuando la militancia es puro esfuerzo de alguien no se sostiene por años, es muy difícil.
Hay mucho trabajo por delante para cambiar la situación.
Mucho, mucho.
En cuanto al programa de transmisión de experiencias de FACUA, ¿qué te ha parecido?
Esta experiencia empezó hace ya un año y pico, para nosotros ha sido un disparador para la reflexión muy grande, porque la cantidad de cosas y de trabajo siempre nos llevó a trabajar a reacción frente a un determinado tema sin tomarnos espacio para una reflexión consciente. No digo que no lo hayamos hecho, pero sí que nos caracterizamos por el “pensamiento y acción”. Pero esta reflexión consciente de estos temas de fortaleza institucional, porque estamos hablando de fortaleza institucional, formó parte de nuestra agenda de trabajo de los últimos meses. No solamente mía, sino de todos los dirigentes de La Unión.
Nosotros tenemos en estos momentos quince filiales en todo el país, hemos participado todos en las reuniones. No en los encuentros con ustedes, posteriormente hacíamos reuniones tratando el tema que charlábamos con ustedes -conversaciones en las cuales participamos cinco o seis personas distintas de la asociación-. Esos temas los tratábamos entre nosotros y bueno, nos han generado una serie de inquietudes como para avanzar: el tema de la membresía donde paguen una cuota; que haya socios activos y socios adherentes, cosa que nuestros estatutos lo preveían, pero nosotros en la práctica no lo teníamos funcionando. Eso es una cosa, pero también hay otros temas como, por ejemplo, el uso de la web y las redes sociales por parte de ustedes. En nosotros las redes no reflejan el tremendo trabajo, o sea, no está todo ahí, está menos del 5% de las cosas. Acá charlando salían temas y por ejemplo, la secretaria de la Fundación FACUA, Almudena, nos decía: “¿pero eso no está en la web?”, y yo: “no, no está”. La web no es un reflejo y acá yo descubrí esa necesidad.
Y después, no tenemos departamentalizado el trabajo con responsables de cada uno de los departamentos y con protocolos de actuación. Con Fernanda, con Horacio, con Valeria… -distintos dirigentes de La Unión- habíamos charlado de la necesidad de empezar a andar ese camino. Y bueno, es uno de los puntos que a nosotros nos llevó a la reflexión: el sitio web, esta creación de departamentos y la búsqueda de creación de protocolos.
El respeto por la historia es algo que también nos llegó, porque por lo menos la experiencia que nosotros tenemos en La Unión es que se fueron superponiendo administraciones o presidencias y es como que no se fue pasando la historia de la asociación. Tal es así que una propuesta mía, que no pudimos hacer para los 25 años -ahora tenemos 28-, era hacer un libro recuperando todas estas historias. Tenemos muchas actuaciones sobre muchas cuestiones en diferentes lugares del país, en distintas épocas, sobre varios temas y, entonces, se puede hacer una historia lineal. Bueno, rescatar estos diez, quince eventos más importantes del recorrido, los más significativos, para un poco recuperar todo lo vivido en La Unión. Creo que eso, por lo menos para mí que soy un amante de la historia y de lo importante de recuperarla, me parece que es otro tema relevante.
Yo no estuve entre los fundadores de la asociación -se fundó en el 94 y yo me incorporé en el 2008-, pero venía de otra entidad de consumidores. A los fundadores yo les propuse, de los que todavía están en la organización y son varios, rescatar estas historias. Por ejemplo, en Santa Fe, una de las provincias de Argentina, cuando estaba Aguas Francesas, que era lo mismo que Aguas Argentinas en Buenos Aires, llegó a ser la concesión de la distribución de aguas y cloacas más grande del mundo. En Santa Fe, una multisectorial por el Agua del Rosario de la cual formamos parte llegó a organizar un plebiscito voluntario donde votaron cientos de miles de personas en favor de quitarle la concesión a Aguas y todo eso basado en trabajo militante, en trabajo activistas, en voluntariado, en poner las urnas en la calle en horarios en los que la gente salía del trabajo y lograr que todo Rosario convulsionara por el plebiscito. Es una historia como para rescatar, el efecto que tuvo. Terminó rescindiéndose el contrato a Aguas Francesas. Así que bueno, experiencias como esa creo que tenemos que rescatar y revalorizar para crear conciencia.
¿Algún aspecto que te haya llamado la atención de la experiencia de FACUA en el consumerismo?
La generosidad. Es un programa generoso. Son españoles que están mirando a Latinoamérica con generosidad.
Además, está el tema de la Escuela de Formación. Haber visto la escuela como decís, a mí me ha generado un desafío para que nosotros podamos montar una propia desde La Unión. Tenemos los recursos humanos seguro. Por ejemplo, Valeria es titular de Cátedra de Derecho de Consumo en la Universidad de El Rosario. Horacio, que es uno de los fundadores, es el primero de los que creó los Institutos de Derecho de Consumo en los Colegios de Abogados y las primeras diplomaturas y máster sobre Derecho de Consumo de la Universidad de Buenos Aires. O sea, tenemos gente de esa línea, pero nunca lo hicimos como dentro de la asociación. Usábamos eso, pero desde fuera. Participación académica, prácticamente todos los profesionales que tenemos en La Unión, pero esto es como algo distinto, poder crear una escuela propia, donde fijar los contenidos, objetivos, donde no estar sujeto a que algún funcionario le interese o no llevarlo adelante.
¿Cómo ves la membresía? ¿Piensas que puede trasladarse a tu país? ¿Cómo puede ser acogida?
Tenemos dos o tres desafíos y hay algunos conceptos metidos en el argentino que tenemos que trabajar. El primero desafío lo tenemos nosotros mismos. Nos dirigimos no solamente a los sectores medios, que tienen disponibilidad económica, sino que tenemos un trabajo muy fuerte también con sectores muy vulnerados, con provincias muy pobres. Lugares donde, la filial de Tucumán, por ejemplo, trabaja en San Miguel de Tucumán que es una provincia muy populosa pero después va al interior del interior, los pueblos chiquitos del interior. Así que lo primero es cómo encontrar el equilibrio entre aquellos que nosotros miramos y decimos este sí puede aportar y hay que darle conciencia y el otro que necesita el servicio y no puede gastar porque emplea el 80% de sus ingresos en comida, por ejemplo. Hay mucha pobreza en ese sentido.
Pero después hay otro concepto, como que nosotros somos parte del Estado. Nosotros no somos parte del Estado. Entonces, “¿para qué están ustedes? ¿ustedes para qué cobran?”, nos dicen. Y el pensar que el servicio tiene que ser siempre gratuito. Ese es un concepto metido.
Y después de eso, en el fondo hay otro concepto que es que uno tiene que tener conciencia de sostener sus propias instituciones. O sea, en el ámbito religioso, yo tengo que poner parte de mi plata para sostener una iglesia, ¿no? Por ejemplo, la Iglesia católica vive del Estado. Y si yo quiero ir a la iglesia, tengo que pagarlo de mi bolsillo. Lo mismo pasa con un club. Si yo voy a uno, pongo la mano en el bolsillo. Pues si yo quiero una organización fuerte que defienda los intereses de los consumidores, tengo que meter la mano en el bolsillo.
Esa conciencia creo que no está en el argentino. Es más, la rechaza. Cuando vos hablas de estos temas, más que pensar en la necesidad de sostener piensa que vos estás haciendo un negocio, que te estás armando un quiosquito como se dice en Argentina: “No es que crees en la defensa de los derechos, vos estás haciendo tu negocio ahí”. Si no les cobras nada, sos un santo; pero si vos decís que tiene que sostener las instituciones, te pasan a la otra vereda. Así que me parece que hay un fuerte trabajo de conciencia que hay que generar. Yo no lo veo fácil, por experiencias previas que tuvimos. No digo que no haya que apostar a hacerlo, yo digo que no es fácil. Pero se intentará, por eso estamos acá.
Y no es solamente sostenibilidad económica, es también legitimación social. Porque la ley dice que nosotros representamos a los consumidores en el caso de Argentina. Las asociaciones que estamos en el registro representamos a tal punto de que podemos hacer acciones colectivas, juicios… y que el resultado favorable se aplica a todos los consumidores, aunque no supieran de la existencia del juicio. Tenemos una legitimación que viene de la ley. Pero eso nosotros lo tenemos que consolidar con legitimación social.
En este momento nosotros la legitimación social que tenemos es por nuestras alianzas. Formamos parte de la multisectorial, que son espacios institucionales donde participan distintos actores de la sociedad civil. Ahí están las centrales sindicales, sindicatos, clubes de barrio, empresas recuperadas, pymes -que son las pequeñas empresas y comercios-, cooperativas, multisectoriales por la salud pública, por la educación pública, asociaciones de consumidores, sociedades de fomento -son como comisiones vecinales-… las distintas entidades de la sociedad civil.
Entonces, en realidad, aquellos que son masivos son los sindicatos, más movimientos de masas. Nosotros al formar parte de eso tenemos como una legitimidad, porque tenemos el contacto con la sociedad y todo.
En todo esto, la membresía, una buena membresía y una buena comunicación y una participación de esta -porque no es solamente que pague la cuota, es una cuestión de que participe en las asambleas-, eso nos va a dar una legitimación social, que tenemos, pero creo que hay que fortalecer. Va a ser una herramienta muy importante.
¿Qué piensas de la oportunidad de venir aquí, a Sevilla (España), para poder ver in situ cómo realiza FACUA su labor de defensa de los consumidores, para ver en la práctica lo que se ha contado en la teoría?
Aparte de conocer Sevilla, que no la conocía -varias ciudades de España sí pero no había venido nunca a Sevilla-, es hermosa la ciudad. Viajar y conocer te favorece mucho. Pero aparte de eso, yo siento que todas las expectativas que tenía y todo lo que charlamos se confirmó. O sea, lo que vi es lo que yo me había imaginado y esperado ver después de las conferencias que tuvimos. Y te diría más allá de lo que me había imaginado porque había cosas que, por ejemplo, el Archivo histórico, ni me imaginé que existiera un archivo así tan meticuloso. Las instalaciones, la limpieza y el cuidado, todo cómo está… la verdad es que eso es muy interesante. La gente que trabaja acá, la simpatía, la forma en que trabaja, … Lo que vengo a decir es que se confirma lo que hemos charlado y los valores de este proceso de intercambio de experiencias. Que más que intercambio de experiencias, yo creo que es una transmisión de lo vivido por ustedes. Nosotros somos una organización que venimos hace 25 años ya trabajando y cuando nos comparamos a FACUA, hay una simetría de recursos, de personal… monstruoso. Creo que es más lo que ustedes brindan a lo que nosotros brindamos, me parece. Hay como mentoreo de una asociación a la otra. Una guía de una asociación a la otra, me parece que ese es el objetivo más allá de que uno dice diálogo, y yo lo que digo que sí, bueno, es un diálogo -yo no me sentí que tengo que venir acá solamente a escuchar- pero la verdad es que es mucho más significativo lo que ustedes dan a lo que podemos dar nosotros. A mí me da esa impresión.
Además, me parece muy interesante la forma en la que ustedes trasladan la experiencia porque en realidad no dicen: “esto es lo que hay que hacer”, sino: “esta es nuestra experiencia, nos dio estos resultados” y queda en nosotros si nos parece que la experiencia es válida o no y cómo adecuarla al contexto de cada uno. Al contexto organizacional, no es lo mismo una organización que empieza que, por ejemplo, yo ahora que tengo que recuperar la historia. Uno que comienza puede empezar a juntarla desde ahora, nosotros tenemos un depósito chiquitito, creo que tengo más archivos digitales yo sobre nuestra historia que las computadoras de la asociación. En serio, porque me tomé el trabajo de juntarlo.
Así que es un traslado de experiencias, pero desde un punto en el que no hay imposición por parte de ustedes, sino que hay un compartir la experiencia de “bueno, hicimos esto y nos dio este resultado”.
Por este programa de experiencias de FACUA ya han pasado otras organizaciones de consumidores latinoamericanas que han implementado en sus países sistemas de membresía exitosos. ¿Cuál crees que será el resultado en Argentina?
Nosotros en este momento tenemos todos los socios con una escasísima participación y sin aporte de cuotas. Esa es la realidad. Reconvertir, rescatar esos asociados y aumentar el número pensando en socios adherentes no tengo ninguna duda de que podamos hacerlo. O sea, para mí el cuello de botella está en aquellos que se comprometan a pagar una cuota, sin perjuicio de que como decíais: “vos estás sembrando cuando tenés socios adherentes”.
No tengo dudas de que nosotros podamos extendernos en hacer campañas específicas y generar una cantidad importante de socios adherentes, los cuales también se pueden perfilar como seguidores de Twitter, de Facebook… Por ese lado no creo que tengamos dificultades. Creo que lo vamos a hacer, lo vamos a intentar, que va a ser uno de nuestros objetivos, pero no va a ser tan fácil lograr que la gente aporte pues tenemos que crear conciencia. Igual tenemos un número mínimo de personas, somos los militantes o activistas actuales y profesionales que trabajamos en La Unión y gente de las filiales los que doy por obvio que todos nosotros vamos a estar aportando nuestra cuota. Tengo interrogantes de qué va a pasar después de eso. Creo que sí, que vamos a avanzar pero que no va a ser tan sencillo.
Todo lo que ustedes plantearon es un trabajo a mediano y largo plazo, todo. Si yo lo tomo como una cosa a corto plazo, se muere porque son todos procesos de transformación, de cambiar el chip, de la conciencia y de nosotros mismos.
¿Qué piensa de la labor de la Fundación FACUA de reforzar el movimiento consumerista en Latinoamérica, siendo las protagonistas de esa fortaleza las propias asociaciones de consumidores de los distintos países?
Está perfecto, o sea, lo otro sería un paternalismo o reemplazar, desplazar a los actores de cada lugar. Ustedes lo que hacen es colaborar en el fortalecimiento, me parece que esa es la esencia del trabajo que hacen. No reemplazar a las organizaciones.
Hay otra cosa interesante. El currículum, ¿quién lo escribe? Uno mismo, ¿no? Siempre son perfectos. Algo muy interesante es cómo cuentan ustedes la historia propia, donde cuentan un ida y venida, que no es una historia lineal, las cosas que tuvieron que cambiar en el camino. Me parece que eso es muy interesante porque muestra también una realidad de lo que vivieron, que tomaron medidas que no fue lo que deseaban al comienzo y de repente tuvieron que rectificar y les ayudaron a construir la medida mejor. Y eso es un doble mensaje. Primero es un reconocimiento de la realidad, pero también es un mensaje al que está en el camino que quiere hacer uno similar al que hacen ustedes, en el sentido de que no hay historias lineales que van siempre bien. Y esas idas y vueltas, esos dos pasos adelante y uno atrás, también ayudan a cómo asumir los eventuales tropiezos que uno tiene en el camino. Eso de que cuenten la historia desapasionadamente, no enamorándose de su propio resultado, es lo que a mí me gustaría ver cuando leo la historia de mi país, que fuera así y no tener que leer a 10 autores para entender qué pasaba.
Claudio Boada
Presidente de La Unión de Consumidores y Usuarios