Posiblemente no sea una buena manera de comenzar una columna de opinión, pero así lo haré: mi nombre es Pablo Rodríguez Arias, tengo 35 años y soy de la ciudad de Concepción, de la región del Biobío, sur de Chile. Soy muchas cosas al mismo tiempo: hijo, hermano, primo, pareja, amigo, etc.; pero una de las cosas que ha marcado prácticamente la mitad de mi vida, y la cual también me define, es ser fundador e integrante de la Asociación de Consumidores y Consumidoras (AdC) “Formadores de Organizaciones Juveniles de Consumidores y Consumidoras” o, mejor llamada por su sigla, FOJUCC.
Esta organización – FOJUCC – nace el año 2002, cuando tenía 15 años de edad, con la idea adolescente y apasionada de ser un movimiento estudiantil, juvenil, irreverente y reivindicador de los derechos de las personas frente a abusos o malas prácticas de las empresas (particularmente de los guardias de seguridad de las multi tiendas que trataban de mala forma a los estudiantes que acudían a sus locales.
El camino de nuestra organización estuvo marcado por encuentros y aprendizajes adquiridos gracias a otras organizaciones e instituciones protectoras de derechos de las personas, como también por realidades y territorios que determinaron hacia dónde nos queríamos dirigir. Entre estos caminos nos topamos con organizaciones de consumidores como ODECU Chile; Consumers International, quienes nos dieron señal y ejemplo de lo que podríamos llegar a ser si caminábamos firme por este camino, creciendo y adoptando una orgánica.
De este modo, a partir del año 2004-2005, comienza un crecimiento orgánico, institucional, profesional e intelectual que se ha sostenido hasta el día de hoy, y que ha posicionado a FOJUCC como una de organización de consumidores y consumidoras importante y con un trabajo sostenido y planificado, tanto a nivel nacional como internacional.
Sin embargo, desde que acordamos tener un trabajo más orgánico e institucional, necesariamente la siguiente pregunta fue: ¿cómo sostener este trabajo en el tiempo?
La autogestión fue la primera carta que pusimos sobre la mesa, y que nos permitió por más de 6 años funcionar de manera austera pero efectiva, con apoyo de las familias; los establecimientos educacionales de los cuales éramos parte; las organizaciones que nos apoyaron durante el camino; y de los propios integrantes de la organización.
Sin embargo, el obtener reconocimiento legal de nuestra institución, y, por ende, tener la posibilidad de postular a fondos públicos administrados por la agencia gubernamental de protección de los derechos de los consumidores, nos abría un nuevo nicho de financiamiento y crecimiento, a través de poder financiar nuestras ideas mediante una postulación a un concurso público.
Sin perjuicio de que esta acción la venimos realizando hasta el día de hoy, y que constituye un importante ingreso a las arcas de FOJUCC, durante el lapso entre los años 2011 y 2018 nos aventuramos en probar miles de fórmulas para lograr la sostenibilidad más allá de un fondo concursable, probando desde sobres vacíos y recolectarlos con dinero en su interior, rifas y otros métodos más.
Ya por el año 2014, cuando finalmente logramos levantar nuestra sede al alero de nuestro Centro de Recursos Educativos para el Consumo Responsable CRECORE, experiencia pionera y única en el país, nos comenzamos a dar cuenta que los fondos concursables no serían suficiente, y que este tipo de fondos nos estaba haciendo perder autonomía, incidencia y posición crítica frente a malas políticas públicas o decisiones públicas; la pregunta fue, ¿qué hacer?
La primera opción que descartamos fue la de generar un sistema de socios y membresías, porque teníamos la impresión y experiencia de que las personas no aportan a una causa como la nuestra. Luego, mirando el panorama general de las AdC en Chile, pensamos que la representación judicial, generar consultoras para asesorar empresas o el apadrinamiento por parte de alguna institución nacional o internacional podría ser la solución, así que intentamos todas ellas, algunas con más éxito que las otras.
Pero llegó el año 2019, y aprovechando la invitación a exponer al Congreso Mundial de Consumers International, en Lisboa, Portugal, tuve la oportunidad de viajar a Sevilla, España, para conocer la experiencia e historia de la organización de consumidores FACUA y de la Fundación FACUA. Las horas que estuve con sus integrantes y en sus dependencias, me asombré de saber sus inicios y su lucha. Comenzaron desde la absoluta autogestión hasta convertirse, hoy por hoy, en una organización sostenible gracias al apoyo de sus socios y socias a través de membresías. Conversamos mucho; pregunté mucho; y regresé con una reflexión y motivación a FOJUCC: ¿y si era el momento de intentar dejar de lado nuestra incredulidad y levantar un sistema de financiamiento y sostenibilidad que no dependa de juicios, de consultorías o fondos, sino de personas comunes y corrientes que creen y apuestan al desarrollo de nuestra organización?
Así, previo al confinamiento mundial por el Covid-19, y en línea de nuestra nueva planificación estratégica e institucional 2020 – 2026, comenzamos la aventura de levantar nuestro primer plan de financiamiento y sostenibilidad para un plazo de seis años, donde las membresías y cuotas en dinero de las personas fueran uno de los principales ingresos de la organización. Frente a esto, no encontramos con tres dificultades: (1) ninguna persona del equipo FOJUCC estaba muy convencida de poder lograrlo; (2) el confinamiento; el cierre de la oficina; y el trabajo telemático; (3) la vulnerabilidad de las personas y lo complejo para motivarlos e invitarlos a aportar a nuestra organización.
Sin perjuicio de lo anterior, este año 2021, y con el apoyo de FACUA, nos propusimos como meta “evangelizarnos” internamente sobre cómo lograr la sostenibilidad a través de membresías; la habilitación y creación de una nueva área de membresías; y el diseño completo del sistema de membresías de FOJUCC, con todos los requerimientos legales, financieros y visuales que se pudieran requerir.
El camino ha sido intenso pero muy gratificante: hemos consolidado un equipo que se está capacitando para lograr trabajar en el área de membresías; estamos diseñando una imagen y línea gráfica hacia las personas que quieran participar y aportar a nuestra organización; y actualmente ya tenemos decenas de personas que están adscritas a nuestro sistema de socios y socias colaboradoras, que aportan mensualmente a nuestra organización, y que como respuesta y agradecimiento a ese aporte, les brindamos los mejores servicios y contenidos que podamos realizar.
Ha sido un largo camino el recorrido y muchos aprendizajes los adquiridos, pero hoy tenemos plena seguridad que la sostenibilidad organizacional la podemos lograr sin entregar nuestra autonomía o credibilidad a cambio, sino confiando en la propia gente, consumidores y consumidoras todas, quienes ven en nuestra organización un proyecto colectivo, innovador, profesional y defensor de sus derechos e intereses en un espacio tan inhóspito, a veces, como lo es la economía.
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Pablo Rodríguez Arias. Director Ejecutivo. Asociación de Consumidores y Consumidoras FOJUCC de Chile