En 1962, el mismo año en que John. F. Kennedy enviaba un mensaje al Congreso de Estados Unidos, abordando el tema de los derechos del consumidor, la escritora y bióloga marina Rachel Carson publicó Primavera Silenciosa, una investigación sobre el uso generalizado de pesticidas, en donde denunciaba que los componentes utilizados se acumulaban en la cadena alimenticia, causando grandes riesgos para la salud humana y afectando gravemente a la flora y fauna. Carson, a través de esta publicación influenció enormemente a que se cristalizara el movimiento ecologista moderno, en cuya década, la difusión por el impacto de la actividad humana sobre la naturaleza seguía siendo incipiente. 

Posteriormente, en la década de los 70s tras el debate sobre el incremento de la población y la contaminación, sobre todo en las esferas académicas contribuyó a que a partir del 22 de abril de 1970 se celebra por primera vez el Día de la Tierra, agrupando escuelas, comunidades y universidades, lo que desencadenó en la creación de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, instándola a aprobar leyes en favor del cuidado del medio ambiente. Posteriormente en 1972, se lleva a cabo la Primera Cumbre del a Tierra en Estocolmo, llamada Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano donde 172 gobiernos aprobaron el Programa 21 para propulsar el desarrollo sostenible. Asimismo, se definieron un conjunto de derechos civiles y obligaciones de los Estados en la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y se firmó la Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Una década después Naciones Unidas estableció la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1983, el mismo año que la ONU instituyó el Día Mundial de los Derechos del Consumidor

En la actualidad, casi cincuenta años más tarde, desde la declaración de los derechos del consumidor y del inicio de la ecología contemporánea, miles de jóvenes alrededor del mundo se movilizan bajo la premisa Juventud por el Clima haciendo un llamado a los Estado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con Acuerdo de París, adoptado en la ciudad del mismo nombre en diciembre de 2015 en la COP21, donde las partes acordaron combatir el cambio climático y bajar las emisiones de carbono. En la vereda paralela, más de 200 organizaciones en más de 100 países en todo el mundo agrupadas en Consumers International hacen un llamado global a ser un Consumidor Sostenible, instando a los gobiernos y las empresas a actuar para brindar a los consumidores la información, las opciones y la infraestructura que necesitan para vivir vidas más sostenibles. 

Cuidar el medio ambiente ya no es una opción

De acuerdo a cifras entregadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sociedades médico-científicas camino a la COP26, la contaminación del aire causa cerca de siete millones de muertes en todo el mundo. Además, estima alrededor de siete millones de personas mueren cada año debido a la exposición de partículas finas contenidas en el air y que 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire contaminado. 

La falta de acceso a agua potable y las enfermedades relacionadas con el agua son los causantes de provocar 3,5 millones de muertes cada año en el mundo, según datos del Consejo World Water Council. Los desechos industriales principalmente en ríos y canales, el incremento de las temperaturas que disminuyen la cantidad de oxigeno alterando su composición, el uso de pesticidas en la agricultura, la deforestación que incide para que las fuentes hídricas se sequen y los derrames de petróleo, entre otras prácticas. 

Ahora si miramos el panorama del impacto que causa la contaminación en la biodiversidad, las cifras no son mejores. La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que mide nuestro impacto señala que existen casi 100.000 especies amenazadas, de las cuales más de 250.000 están en peligro de extinción, y si nos aventuramos en América Latina, cuatro animales se han extinguido en los últimos quince años. 

Sin embargo, diversas organizaciones de consumidores alrededor del mundo, y esencial en América Latina están trabajando y abogando frente a los Estados, para contribuir en la disminución del impacto que causan los actuales patrones consumo y la producción insostenible. El año recién pasado, en el marco de la Semana para la Acción Verde, LIDECONIC Nicaragua, organización miembro de Consumers International abordó los altos niveles de consumo de artículos producidos industrialmente, centrándose en los efectos nocivos que los desechos de dichos artículos pueden tener en el medio ambiente. Alertaron a las familias de cuatro barrios de Managua a adoptar prácticas de consumo colaborativo, al tiempo que promovieron el acceso sostenible a bienes y servicios, a través de ferias comunitarias, el intercambio de semillas y fomentando el reciclaje. Asimismo, nuestro miembro mexicano, el Colectivo Ecologista de Jalisco, hizo abogacía para Incluir en la agenda ambiental del gobierno su país el tema de la contaminación ambiental en el contexto de la producción orgánica, debido a la contaminación del río Santiago de Jalisco que riega vegetales en su camino, además de iniciar un debate sobre el trabajo colectivo para la protección del agua limpia en los agricultores y consumidores urbanos sobre los problemas de la contaminación del agua tóxica, la falta de fuentes de agua limpia y las regulaciones ambientales casi inexistentes que pueden controlar las descargas tóxicas de las empresas.

En la ruta hacia al consumo sostenible

Los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) son el plan maestro para conseguir un futuro sostenible para todos”, Naciones Unidas. De acuerdo a la información entregada por Greenpeace, sólo el 9% del plástico utilizado a nivel mundial ha sido reciclado y un 79%, ha terminado en el medio ambiente o vertederos. Asimismo, el 80% de los residuos marinos provienen de la tierra. Sin embargo, la contaminación por desechos plásticos que generamos los consumidores, no solo es responsabilidad de nuestros hábitos de consumo. El proceso se inicia desde la cadena productiva, por la fabricación masiva de plásticos de un solo uso, como botellas de agua, jugos o gaseosas. Coca-Cola admitió en 2017 que produjo 3 millones de toneladas de envases de plástico al año, lo que equivale a 200 mil botellas por minuto. Por lo tanto, el llamado también es a las empresas a sumarse al compromiso global de reducción de residuos, cuyos objetivos son aumentar el porcentaje de envases reciclados, garantizar que estos sean reutilizables y de fácil reciclaje y eliminar la fabricación de plásticos de un solo uso.  

En el marco del Día Mundial de los Derechos del Consumidor, Consumers International, hace campañas junto a sus más de 200 organizaciones miembro en más de 100 países haciendo un llamado por la producción y consumo de productos y servicios más sostenibles, aumentando la eficiencia de los recursos y el comercio justo, pidiendo a los actores claves, como los Estados cambios de regulación, más información e infraestructura y exigiendo a la industria impulsar cambios en la cadena de suministros que faciliten a los consumidores a llevar estilos de vida más sostenibles que están siendo afectados por los efectos del cambio climático, así lo demuestra un estudio a nivel mundial que reveló que 66% de los consumidores dicen que están dispuestos a pagar más por marcas sostenibles, una cifra que aumenta a un 73% en el caso de los Millennials.  Ser un consumidor sostenible significa considerar antes de adquirir bienes o servicios, detenerse un instante a pensar y re pensar la trazabilidad de lo que consumimos y cómo lo hacemos. Analizar nuestros patrones de consumo, cómo utilizamos los productos y la vida útil de estos.  Exigir a las empresas que trabajen en nuevas tecnologías que entreguen alternativos de productos que no perjudiquen el medioambiente. 

El papel que pueden desempeñar los consumidores es clave, y desde Consumers International hacemos un llamado a que ser un consumidor sostenible no sea una opción, si no que un estilo de vida. En la publicación “Cinco Tendencias que Impulsan el Progreso hacia el Consumo Sostenible”, Consumers International destaca cinco tendencias que impulsan el progreso hacia el consumo sostenible, como el diseño circular y moda sostenible donde se emplaza a la industria de la moda a producir a partir de materiales renovables, seguros y confeccionados para durar en el tiempo. 

La movilidad sostenible y viaje compartido pueden generar un impacto importante en la disminución de la huella de carbono, por ejemplo  Movimientos como Flight Free 2020 está  haciendo un llamado a los consumidores para que elijan no volar en el año 2020 y de este modo contribuir a la disminución de gases de efecto invernadero, principalmente del dióxido de carbono. En América Latina, la organización de consumidores El Poder del Consumidor lleva a cabo una campaña de transporte eficiente y calidad del aire, que aboga por la reducción de las emisiones contaminantes y mejorar la vida de los consumidores en México, cuyo es promover la eficiencia del transporte urbano y el reemplazo del automóvil por alternativas no contaminantes.  Otra tendencia hacia la sostenibilidad es el impulso por un embalaje sostenible. En este sentido se han puesto en marcha varias iniciativas a nivel global que buscan reducir los envases plásticos producidos a nivel mundial. Una de ellas es el Compromiso Global de la Nueva Economía del Plástico, que reúne a gobiernos, sociedad civil, academia y empresas para abordar el tema de los desechos plásticos. 

Frente a todas las iniciativas que circulan a nivel global, regional y en los países en torno a la sostenibilidad, también las asociaciones de consumidores están monitoreando para que el “rotulado verde” o “amigable con el medio ambiente”, efectivamente lo sea. Por ejemplo, el Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (IDEC) ha publicado recientemente un informe llamado Mentira Verde donde se analizaron las prácticas de “Greenwashing” o “Lavado Verde” de más de 500 productos para el hogar, de higiene y limpieza. Asimismo, IDEC notificó a las empresas que fueron parte del estudio a entregar información sobre posibles prácticas engañosas.

Sin embargo, los desechos fuentes de contaminación del suelo, agua, aire y tierra, van mucho más allá de los plásticos, este es el caso de los desechos electrónicos. De acuerdo con su último Informe sobre Basura Electrónica de 2017 (Monitor Global E-waste 2017 en inglés),  los televisores, computadores, refrigeradores,  teléfonos y demás equipos contienen sustancias que representan un riesgo no solo para el medio ambiente, sino que también para la salud. Asimismo, una investigación de Naciones Unidas de 2016 reveló que América Latina produjo 4,2 toneladas métricas con una media de 7,1 kilos de chatarra generada por habitante, encabezados por Uruguay, Costa Rica y Chile. 

Si bien las políticas públicas y las legislaciones nacionales de residuos electrónicos deberían jugar un rol clave estableciendo normas y fiscalización para la gestión de residuos, aun son pocos los países que cuentan con un marco legal al respecto. A nivel mundial 67 países han promulgado leyes sobre desechos electrónicos y en las Américas Estados Unidos y Canadá cuentan con legislación en materia de gestión de los residuos electrónicos. Sin embargo, si se compara con Sudamérica, existen aún menos leyes al respecto y la mayor parte de estos residuos son gestionados por el sector no regulado o las empresas privadas.

En Chile, Francia e Italia, las asociaciones de consumidores preocupados por los desechos electrónicos desde hace un tiempo están trabajando el tema de los residuos por obsolescencia programada o planificada, esto quiere decir que los equipos están diseñados para morir después de cierto punto. Esto comprende principalmente a televisores, teléfonos móviles y electrodomésticos, vulnerables a fallas mecánicas, fallas de software y costos de reparación no disponibles o altos, por lo tanto, la vida útil global de los productos en realidad está disminuyendo. El trabajo con fabricantes y reguladores se hace prioritario en esta materia, ya que no solo se generan desechos electrónicos, sino que, al reducirse su tiempo de uso, los consumidores adquieren nuevos dispositivos o electrodomésticos, lo que implica una mayor demanda de recursos. 

El movimiento de consumidores se hace parte a una acción global

Desde campañas sobre el uso eficiente de energía, hasta talleres que impulsan la reutilización de vestuario, las organizaciones miembros de Consumers International en todo el mundo están llevando actividades de concientización y abogacía por un consumo sostenible. 

Este año uno de los actores claves de la campaña del Día Mundial de los Derechos del Consumidor es la llamada Generación Z, jóvenes con edades que fluctúan entre los 7 y 22 años que han sido invitados a trabajar en base a los temas de sostenibilidad. Una encuesta realizada el año recién pasado por Amnistía Internacional a 10,000 personas entre 18 y 25 años en 22 países alrededor del mundo, encontró que el cambio climático era su  mayor preocupación. Jóvenes de todo el mundo están luchando contra el cambio climático, a través de acciones concretas como dejar los autos en casa, ahorrar energía o reciclar. Asimismo ya más de 3.000 jóvenes se han sumado al compromiso global denominado Pacto Juvenil por el Clima, que contiene 25 promesas específicas entre las que se encuentran: tener en cuenta los efectos de nuestro consumo, desde la fabricación, transporte, almacenamiento, venta, uso y eliminación de productos o implemente las 6R: reducir, reutilizar, reciclar, reparar, repensar y rechazar para revertir la degradación ambiental.

En América Latina, las organizaciones de consumidores son actores claves para fomentar la transición hacia la sostenibilidad, contribuyendo a alcanzar los Objetivo de Desarrollo Sostenible y en particular, garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. Recordemos que el pasado 29 de julio de 2019 fue el Día del Sobregiro de la Tierra, esto quiere decir que el planeta ya había agotado todos sus recursos para ese año y considerando las tasas de consumo, se necesitaría el equivalente de 1,75 planetas para producir lo suficiente satisfaciendo las necesidades de los habitantes del planeta. Sin embargo, los consumidores toman la iniciativa para revertir este desolador panorama.

ASPEC en Perú, en el marco el Día Mundial de los Derechos del Consumidor, lanzará su campaña digital #ConsumidorDateCuenta – creando conciencia sobre el desperdicio excesivo en la industria alimentaria. En Chile, FOJUCC llevará a cabo talleres de concientización sobre consumo sostenible a través de un taller sobre consumo sostenible, un foro de teatro sobre reciclaje. Proteste en Brasil, publicará un manifiesto sobre greenwashing, en tanto MIC Venezuela organizará un foro sobre alimentación y salud sostenibles, mientras Tribuna Ecuatoriana concientizará sobre el uso de las bolsas pláticas. Más al norte de la región las organizaciones mexicanas Vía Orgánica y el Colectivo Ecologista de Jalisco estarán realizando programas de radio en torno al consumidor sostenible y lo mismo hará Ipadecu y Uncurepa en Panamá. 

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Tamara Meza. Regional Networker para América Latina y el Caribe, Consumers International