¿Qué podemos decir, desde el punto de vista del consumidor, sobre el segundo año de la pandemia del Coronavirus?
En resumen, aprendimos a efectuar consumos manteniendo la distancia social, y a utilizar el delivery que ha sido la gran solución para las personas que tuvieron que aislarse en sus casas y departamentos, y así evitar contagios del Covid-19.
También lo que marcó diferencia, fue la empatía, la amabilidad y el cariño de los comerciantes locales.
Esos pequeños empresarios notaron que, muchas veces, una simple idea de cómo preparar un plato de comida, ayudaría a calmar el día de una persona ansiosa, la cual en determinados momentos se sentiría completamente perdida frente a un virus desconocido, que estaba dejando a muchas personas enfermas y matando a otras.
Brasil ya enfrentaba, antes de febrero de 2020, cuando la pandemia empezó oficialmente en el país, una débil economía, anémica, con millones de desempleados.
La mayoría de los trabajadores eran dependientes de la economía informal, o sea de trabajos sin registro formal ni derechos. Pues sí, la pandemia empeoró lo que ya andaba mal. De un día para otro y con el cumplimiento de la distancia social, no había más oportunidades de trabajo formal y tampoco informal. Por una presión de la sociedad civil y la implementación de políticas públicas, fue creado a partir de 2020, un Auxilio de Emergencia, lo cual redujo el sufrimiento de la población en situación de vulnerabilidad. Ese apoyo no llegó a todos, pero al menos logró alcanzar a 70 millones de brasileños. Fueron casi 300 billones de Reales (cerca de 50 billones de Dólares) en 2020. Ya en el 2021, la subvención fue más pequeña.
En ese mismo período, entró en vigencia la Ley General de Protección de Datos Personales (LGPD), y más concretamente las sanciones relacionadas con esta Ley comenzaron a regir en agosto del 2021.
Aún es pronto para que se tenga una evaluación de cómo la Ley repercutió, pero ella se sumó al Marco Civil de Internet, aprobado el 2014, que estableció principios y garantías para que Internet fuese más libre y democrática, estableciendo los derechos y deberes de los usuarios y empresas (los proveedores de accesos y de servicios en línea).
Esas leyes fueron hechas a partir del Código de Defensa del Consumidor (CDC), una de las mejores legislaciones de consumidores del mundo, que se promulgó hace 30 años, en 1991.
En julio de 2021 tuvimos otro avance, con la sanción de la Ley de Sobreendeudamiento, que generó algunos mecanismos de ayuda: por ejemplo, para la conciliación en casos de deudas que el ciudadano no pueda pagar. Si la propuesta del consumidor no fuera aceptada por los acreedores, el juez podrá instruir un proceso de revisión e integración de los contratos y renegociación de las deudas. Eso es algo fundamental en un país, en el cual un 71% de las familias están endeudadas.
El escenario, al igual que los avances de la legislación, presenta muchas dificultades para la mayoría de los brasileños. La actual inflación ha sobrepasado el 10%, el desempleo afecta a 13,5 millones de personas, el ingreso promedio retrocedió en cuatro trimestres, y es el más pequeño desde finales del 2012. Y peor aún: el Producto Interno Bruto (PIB), que es la suma de las riquezas del país, ha caído 4,1% en 2020. En este año 2021, deberá cerrar con +4,7 %, pero en 2022 se limitará a 0,75%.
Los productos y servicios esenciales, tornándose más caros, agravan esa caída de la economía. La energía eléctrica ha subido casi 32% en 12 meses, la gasolina ha sufrido un aumento de casi el 51%, y el gas de red cerca del 50%.
Con el regreso de la inflación, el bolsillo del consumidor ha sido afectado, provocando algunos fenómenos como la disminución de consumo de la carne de res. También ha hecho que el Banco Central suba los intereses básicos de la economía, que, a su vez, provocan que los préstamos y financiaciones sean más onerosos. Este círculo vicioso hace que el dinero sea más caro, y nos lleve a una recesión, desempleo y disminución del poder de compra.
La población brasileña de clase media en el 2020 era de 51%, descendiendo al 47% en el 2021. En el 2011 la clase media alcanzaba a un 54% de la población. Y toda esta situación se vio potenciada por causa de la pandemia que generó un aumento de las dificultades económicas y financieras.
La pobreza extrema ha crecido mucho. Hay una estimación de que 19 millones de brasileños pasan hambre, y que 55% de las familias, o sea 119 millones de personas, no disponen de una alimentación segura.
Un símbolo de los problemas de la población para alimentarse, ha sido la venta de “huesos de primera y de segunda”. Antiguamente sólo la carne de res era clasificada como de primera o de segunda. También esta situación, ha hecho que se busquen formas alternativas de comida como las patas / dedos de gallina, cabeza de pez, interiores de ganado y mollejas.
Igualmente, las personas que han seguido con su registro en tareas profesionales formales, han tenido una gran dificultad para obtener un reajuste de sueldo de acuerdo a la inflación. De esa manera, la población ha perdido su poder adquisitivo. Todo eso pasó al mismo tiempo, los alimentos, energía, transporte y salud tuvieron un alza en los precios.
No se prevé que las cosas mejoren mucho en el 2022, porque será un año de elecciones. En octubre, los electores irán a las urnas electrónicas para elegir Presidente/a de la República.
Con este escenario sanitario, económico, político y social, los consumidores se han esforzado para continuar su consumo, obligados a recortar gastos, postergar pagos y deudas y elegir los productos y servicios por el costo y no por las marcas.
Debido a los altos precios, las cuestiones como seguridad y calidad de los productos, quedan en segundo plano. Y claro: alimentos, impuestos, energía eléctrica, gas de red y transporte se llevan parte de la renta que sería destinada para el consumo.
Una de las pocas buenas noticias, ha sido el crecimiento de la vacunación contra el Covid-19, mucho más por la insistencia de los gobiernos estaduales, que, por el interés del Gobierno Federal, que siempre ha tenido una visión contraria al distanciamiento social, a las vacunas y al uso de barbijos para combatir la pandemia.
Con el avance de la vacunación, se ha permitido el retorno gradual a las actividades presenciales, tanto profesionales como de ocio.
Esperemos que, dentro de un plazo razonable con la vuelta de la vida a la normalidad, la economía se beneficie, creándose más empleos y renta para las familias, y que, de esa forma las personas, vuelvan a tener más calidad de vida.
Se espera que con las elecciones presidenciales haya alguna expectativa de mejora, quizás no en forma inmediata sino a mediano plazo, y que eso se refleje en la vida de todos los brasileños.
Nosotros, quienes pertenecemos a CONSUMARE, Organización Internacional de Asociaciones de Consumidores de Lengua portuguesa, seguimos nuestras directrices para la defensa de los derechos de los ciudadanos que hablan portugués en relación al tema de consumo. Como Brasil es la mayor comunidad de habla portuguesa en el mundo, estamos siempre alerta a todo lo que ocurre en este país, por el impacto que tiene en las relaciones con los demás integrantes de Consumare.
Hemos promovido, en todas las oportunidades, acciones que engloban Angola, Brasil, Cabo Verde, Guiné-Bissau,Moçambique, Portugal, São Tomé e Príncipe, Macao y Timor Leste. Las realidades son distintas entre esos países, pero por cierto todos somos hermanos en torno al mismo idioma, con sus variaciones locales e históricas.
Sabemos que tenemos un gran camino a recorrer al frente de estas actividades integradas, y que eso demandará mucha determinación y perseverancia.
La unión será, antes todo, lingüística y cultural, pero eso será solamente el punto de partida. En las relaciones de consumo, todos tendremos cosas para aprender y enseñar. En relación a Brasil, qué es lo que yo acompaño más de cerca, por ser mi país, nuestra contribución podrá ser el Código de Defensa del Consumidor (CDC), por su indiscutible calidad como legislación de protección del consumidor.
Como ya lo hemos señalado, otros aportes son el Marco Civil de Internet, la Ley General de Protección de Datos Personales, y la Ley contra el Sobreendeudamiento. Pero, evidentemente hay más. Los PROCONS, órganos estaduales oficiales de defensa de los derechos del consumidor, son una experiencia exitosa en el equilibrio de relaciones en materia de consumo.
El Sistema Nacional de Defensa del Consumidor (SNDC)., es otro modelo de utilidad. Este Sistema congrega al Ministerio Público, la Defensoría Pública, Delegaciones de Defensa del Consumidor, Juzgados especiales y organizaciones civiles de defensa del consumidor, que actúan de forma articulada y junto a la Secretaría Nacional del Consumidor (SENACON), vinculada al Ministerio de Justicia.
Las redes de Auditorías Públicas también tienen UN buen funcionamiento, ampliando así la protección del consumidor, no solamente en órganos públicos, sino también en las concesionarias de servicios de interés público, como la seguridad privada, seguros, bancos, telecomunicaciones, energía eléctrica, entre otros.
A pesar de no haber una correlación estrecha con las relaciones de consumo, hay que destacar el Sistema Único de Salud (SUS-Salud Pública), que ha sido primordial durante la pandemia del coronavirus. Este sistema de seguridad estatal es el mayor sistema de salud pública del mundo, que atiende a toda la población brasileña, superior a 215 millones de personas.
Haremos a continuación una breve referencia al Código de Defensa del Consumidor y a la Ley del Sobreendeudamiento.
Para quien no conozca la historia de la defensa del consumidor en Brasil, es necesario señalar que en el año de 2012 una comisión de juristas sugirió actualizaciones para el Código de Defensa del Consumidor (CDC). Los juristas tenían como foco el comercio electrónico, endeudamiento, oferta de créditos y etapas procesales.
Solamente nueve años después, uno de esos temas motivó la legislación específica contra el sobreendeudamiento. El comercio electrónico, que ahora sería más correcto denominarlo digital, necesita aún de una legislación adecuada.
Desde comienzos del 2020 en adelante, con la pandemia en alza en Brasil, la dependencia de compras en línea y de los servicios de delivery ha crecido mucho. De cierta manera, las empresas se han desdoblado para atender esa demanda. Algunas hicieron su estreno en el delivery para poder mantener parcialmente sus actividades, aunque sea con las puertas cerradas.
Existieron algunos problemas con las aplicaciones de delivery, más específicamente intentos de robos mediante falsos distribuidores. Pero en la mayoría de los casos, estos servicios funcionaron bien.
Tanto es así, que un porcentaje importante de consumidores prefieren seguir comprando a distancia, pues así se ahorra tiempo, combustible y estacionamiento. Así como millones de brasileños han notado que podrían trabajar en sus casas, remotamente, sin que afectase la productividad.
Esto hizo que se aceleraran los proyectos que existían antes de la pandemia, para implantar el home office. Una parte de los equipos ha seguido y seguirán trabajando en casa y eso claramente cambia el perfil de consumo.
Toda esta situación generó un creciente aprovisionamiento de ordenadores, notebooks, webcam, Smartphone, auriculares, teclados, mouses, pantallas, acceso a internet rápida, y sillas más apropiadas para labores de oficina, entregando así mayor comodidad al trabajo remoto.
Quien antes se veía obligado(a), a comprar trajes de chaqueta y faldas, empezaron a trabajar de pantalón corto y remeras. También en las reuniones de trabajo, la presentación, dentro de ciertas pautas se ha tornado más informal.
Estos cambios se extrapolaron hacia los domicilios particulares. Es así que aumentó el consumo de películas y el streaming. Entonces sin ir al cine, restaurantes, bares y centros de compras, los consumidores tuvieron que aprender a entretenerse dentro de casa. La venta de libros también creció, algo extraño y que constituye un saldo positivo en este difícil período. Los televisores inteligentes, con pantallas de mayor dimensión tuvieron también una gran demanda.
También hubo cambios importantes en la construcción civil y en el costo de los materiales de construcción. Muchas reformas y nuevos emprendimientos inmobiliarios, asociados a una provisión parcial de insumos, hicieron que aumenten los precios del cemento, ladrillos, tejas, madera, materiales eléctricos e hidráulicos.
En el 2022, hay una gran expectativa con la llegada del 5G. Hubo un retraso de mucho tiempo para la definición y realización de la subasta de esa tecnología, que deberá acelerar las redes wifi a Internet, o sea de accesos a la red mundial a través de dispositivos comunes. El Ministerio de Comunicaciones ha prometido que el funcionamiento de esa tecnología empezaría en diciembre, en cuatro ciudades- una capital y tres ciudades de tamaño mediano.
Hasta ahora, solo había 5G DSS, compartiendo dinámicamente el espectro, y no contemplaba toda la potencia del 5G original. Seguramente, tendremos una mejora significativa en la calidad y en la velocidad de conexión de los Smartphone. Pero la total disponibilidad de 5G en Brasil, un país de dimensiones continentales, con más de 8,5 millones de km2 de superficie, sólo se prevé para el 2028.
Dibujado el escenario para el consumidor en el 2022, me gustaría remarcar y destacar la alegría de presidir CONSUMARE. Nosotros también tuvimos que adaptarnos a la pandemia, haciendo reuniones y eventos en forma remota. Tenemos la esperanza que poco a poco, volveremos a tener el contacto presencial con los representantes de las entidades que constituyen esta asociación
Mi mandato culminará el 2023. Nos vamos a concentrar y perfeccionar en nuestras acciones conjuntas, e intentar ajustarnos a una realidad post pandemia. Los desafíos serán muchos y se convertirán en una misión más atractiva.
Tenemos aún, un gran camino a recorrer para una efectiva colaboración entre los países de lengua portuguesa en la defensa del consumidor.
Seguimos adelante.
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María Inés Dolci. Abogada, Profesora Especialista en Derecho del Consumidor. Mediadora en conflictos de consumo. Graduada en Business Law por la Coral Gables University-Estados Unidos. Presidenta de CONSUMARE, Organización Internacional de Asociaciones de Consumidores de Lengua portuguesa y países miembros de CPLP.