Después que ejercí el derecho al voto el domingo 15 de marzo, decidí ponerme en cuarentena de manera voluntaria porque formo parte de la población vulnerable. Para una persona como yo es terrible quedarse en casa y aunque dispongo de buenos libros, la tensión provocada por el cúmulo de información a través de las redes, no ayuda mucho en la concentración para la buena lectura.

Las redes informan y desinforman también, pero desde la semana pasada han aparecido expresiones hermosas que convocan a la solidaridad, a que aterricemos en lo que somos los pobladores de este planeta; y escenas conmovedoras hasta el llanto como los aviones de un escuadrón italiano formando en el cielo la bandera y los colores de ese país con la canción de fondo Nessum Dorma, en la voz del tenor Pavarotti (Italia es uno de los países más afectados por la crisis viral), y puso de moda la frase: “a nuestros abuelos les pidieron que fueran a la guerra… a nosotros nos piden que nos quedemos en casa”.

En Italia más de 16 millones de personas están en cuarentena. Emocionan los tenores y sopranos italianos que cantan desde sus balcones y los aplausos de los vecinos elevando la moral, mientras el virus está en desarrollo todavía en el mundo y en nuestro país apenas comienza.

El gobierno anunció medidas para enfrentarlo y las autoridades de salud dieron a conocer desde finales de febrero el protocolo a seguir en los hogares, los cuales hay que asumir si queremos contribuir a la mitigación del mal.

Hay que quedarse en casa. Es la única manera de contrarrestar el virus que sigue en crecimiento y como todas las pandemias, llegan, enferman a mucha gente, se llevan a una buena cantidad y se van. Este virus vino para “acabar con los mayores” como dicen mis hijos. Somos la población vulnerable porque vivir mucho trae su paquete de enfermedades, las llamadas crónicas, que nos hacen vulnerables.

Las redes han traído pensamientos que merecen compartirlos: “Y de repente despertamos un día y todo cambió…En Disney se apagó la magia, la muralla china no es tan fuerte, New York, si duerme y ningún camino quiere conducir a Roma…Los abrazos y los besos se transforman en armas peligrosas y la escasez de productos nos demuestra una vez más lo egoísta que somos. Un virus se corona como dueño del mundo y nos dimos cuenta de nuestra fragilidad” (AlbertoCiurana)

“Vacaciones colectivas para todo el mundo en la tierra. El virus nos está recordando que nuestro hogar es el lugar más seguro y placentero donde podemos estar. Los capitalistas están aprendiendo que la producción será muy importante pero no indispensable; los religiosos están comprendiendo que no solo en los templos se ora y medita. Las grandes metrópolis están aprendiendo a bajar los precios de los pasajes, los petroleros aprenden que conocemos la clave para bajar los precios”“Desde la cuarentena, los canales de Venecia son cristalinos. Los delfines se acercan como nunca a las costas de Italia. En Japón los venados pasean libremente por las calles, igual los monos en Tailandia. La contaminación en China se ha reducido. La tierra ya ha mostrado que pueden ocurrir cosas maravillosas cuando la actividad humana cesa”.Nunca habíamos visto algo parecido, lo más cercano fue la fiebre española surgida en Estados Unidos que diezmó la población notablemente al final de la Segunda Guerra Mundial en 1918.Esta historia acaba de comenzar y de todos nosotros dependerá sobrevivir cada día recordando la frase de Einstein “en los momentos de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento”.

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Altagracia Paulino. Periodista y abogada de República Dominicana, ex Directora de FUNDECOM y de PRO CONSUMIDOR, actualmente Presidenta de ONPECO.