1. El concepto que me parece importante trabajar es el de ciudadanía económica. Es un ciudadano económico, dice Adela Cortina, quien participa de los bienes económicos de una comunidad política; quien decide junto con sus conciudadanos qué se produce, cómo y para qué; y quién decide qué se consume, para qué y quién consume. Esto implica reconocer una sociedad donde los ciudadanos pueden decidir, y existen los procedimientos legales para ello.
  1. Esta ciudadanía económica  se sustente  en los siguientes principios: a)  la expansión de la producción ha de atender al desarrollo de capacidades humanas; b) los resultados y el reconocimiento del trabajo tienen una dimensión cualitativa, pues no está ligada a la mercancías, sino a la satisfacción del trabajo mismo, la ampliación del tiempo libre, la seguridad económica, la protección del medio ambiente y la posibilidad de dedicar tiempo al ejercicio cívico de participación en organizaciones sociales voluntarias; c) el crecimiento cualitativo de la economía va más allá de las lógicas del mercado y la planificación, sino una combinación de elección individual, regulación social, iniciativa privada con fines de lucro, acción del Estado e iniciativa social sin fines de lucro. Estos serían los principios de un Pacto Global sobre el Consumo, en el marco de un concepto de justicia creadora.
  1. Políticamente esta agenda implicaría desde la perspectiva de los movimientos ciudadanos: a) empoderar  personal y colectivamente a los consumidores; b) desmontar  las “oligarquías consumidoras” y su capacidad de imponer patrones de consumo globales (una estrategia es poner en el centro de la dinámica del consumo, a los productos y servicios referidos a la atención sanitaria y educación. Más consumo en estos campos empodera a los grupos pobres y medios); c) desarrollar iniciativas ciudadanas para un estilo de consumo incluyente que implique poner acento en la educación social y en la generación de capacidades de las comunidades; d) adopción por parte de las empresas de la RSE, como parte de la construcción de una stakeholder society (es decir una sociedad capaz de dotar a todos sus miembros de recursos suficientes – materiales e inmateriales- para  ejercitar su ciudadanía plena y que asegure el ingreso básico de ciudadanía, según Adela Cortina).
  1. Este conjunto de propuestas responden a lo que David Korten ha llamado el mundo post empresarial. No un mundo sin empresas sino un mundo capaz de resolver nuevos dilemas éticos desde una lógica “compleja” “holística”, no sólo sustentada en la razón instrumental: a) cultura o sociedad de riesgo y la creatividad moral; b) el consumo como ejercicio privado y su riesgo público; c) tiempo de derechos y déficit de responsabilidad; d) autonomía moral y moralidad organizada (códigos de éticas, balances sociales, etc.); d) sociedad civil como espacio de reconocimiento de sujetos y sociedad civil como espacio de constitución de sujetos morales para la democracia.
  1. Consumo como espacio de desarrollo ético: lo que quiere decir que la elección responsable desempeña un papel crítico, especialmente en relación a la moralidad de la acumulación. Consumo responsable exige compromiso cívico y participación en el interés común para equilibrar mercados responsables y cuidado de bienes públicos.

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 Profesor de la Escuela de Psicología, Universidad de Valparaíso-Chile.